El ex campeón mundial de Rally aparece disfrazado como un abuelo de 82 años que llama al Service de la fábrica por problemas mecánicos en su Mercedes-AMG. Los técnicos de la marca llegan para tratar de ayudarle y comienza entonces el espectáculo.

Entonces desconecta el Control de Estabilidad (ESP) y comienza a conducir haciendo trompos, derrapes de todo tipo y demostrando unas dotes al volante que nadie se esperaba. Las reacciones de los técnicos son evidentemente de sorpresa. Unos se lo toman mejor que otros, pero al final todos acaban riéndose al saber que aquel anciano es en realidad el Campeón del Mundo de Rally 2003.